Weeds: el apasionante mundo de las drogas

¿Alguna vez te has interesado por el maravilloso oficio que es ser camello? ¿Te gustaría poder mantenerte haciendo algo tan digno como vender marihuana? Cualquiera puede hacerlo, pero móntatelo bien... o atente a las consecuencias.

Cuando Nancy Botwin se queda viuda tiene un gran problema: está desempleada con dos hijos y una casa que mantener. ¿Qué hacer para salir del apuro? Fácil: encontrar un buen proveedor y vender cannabis en tu propia zona residencial.

En Weeds vamos viendo como el negocio de Nancy va creciendo y evolucionando, y sobre todo como va aprendiendo por las malas a ser cauta y no precipitarse, y los líos en los que puedes meterte en este trabajo, tanto con la ley como con posible competencia. Además, Nancy tiene que encargarse de sus dos hijos, Silas y Shane, y de su cuñado Andy, que en lugar de ayudarla parece complicarlo todo aún más. Tendrá que expandir sus negocios y aguantar a Celia Hodes, la pesada de su vecina.

Lo primero que sorprende y cautiva de esta serie es la naturalidad con la que se tratan todos estos temas. Desde el principio el hecho de que Nancy se dedique a vender drogas se presenta como algo de lo más normal, aunque lo guarde en secreto por motivos obvios. En esta serie no te van a colar mensajes como "no fumes, las drogas son malas" o "si vendes terminarás en la cárcel", y eso está bien, porque eso ya lo tenemos todos muy machacado.

Toda la serie tiene un lenguaje bastante vulgar. Nancy suelta tacos delante de sus hijos como si nada, en uno de los primeros episodios le dice a su hijo menor que si otro niño se ha metido con él es "porque ese niño es gilipollas". Cualquiera pensaría que no es precisamente una madre modelo, pero es más bien al contrario. Esa naturalidad al tratar con ellos hace que se tengan mucha confianza y puedan hablar de todo, y muchas de las decisiones que tiene que tomar ella -como empezar a vender- las toma pensando en el bienestar de sus hijos.

Precisamente el hecho de presentarnos todo esto sin decirnos que sea algo bueno o malo y que dejen que cada uno saque sus propias conclusiones es uno de los puntos fuertes de Weeds. Además también le aporta originalidad y frescura. Si bien el principal tema que trata -las drogas- es muy habitual, esta serie lo trata desde un punto de vista totalmente diferente. Tampoco se omiten las escenas de sexo ni hay ningún tipo de censura en cuanto a los temas o al lenguaje.

En definitiva, no es una serie apta para todos los públicos, no es lo que le pondrías a tus hijos para que se entretengan, pero es una serie original e interesante, con toques de humor y muy buenos personajes. La historia va evolucionando constantemente, y se te hacen cortos los aproximadamente 20 minutos de duración que tiene cada episodio, y cuando terminas de ver una temporada -todas de entre 10 y 15 episodios- te quedas con ganas de ver más. Si todavía no la has visto dale una oportunidad, te aseguro que no te arrepentirás.